Mar 09

El libro es una recopilación de los artículos publicados en el blog del Grup de Gestió de la Informació en Ciències de la Salut (GICS), durante los años 2013 y 2014, en conmemoración del 10 aniversario del Grup. También documenta otras actividades que se llevaron a cabo en la Jornada “10 anys de Gestió de la Informació en Ciències de la Salut GICS”.

Los contenidos de los posts, ordenados por fecha de publicación, desarrollan los temas que en estos momentos se consideran más relevantes en nuestra profesión. También podemos encontrar las estadísticas de acceso que permiten informar de las materias que, seguramente, marcarán los objetivos de nuestras responsabilidades en los próximos años en nuestra comunidad profesional en general y en el sector de ciencias de la salud en particular.

Pero por encima de todo, esta publicación está dedicada a agradecer a los autores de todos los artículos  su predisposición y generosidad al compartir con todos nosotros sus conocimientos y experiencias de expertos. Sin su colaboración y profesionalidad no habría sido posible recopilar toda esta información tan útil, de extraordinaria calidad, de amplio interés y de marcada innovación.

Se puede encontrar  aqui

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Apr 15

En su origen más remoto, cuando el hombre comenzaba a rehundir en las tabletas de arcilla pequeños signos con los que contabilizar las cabezas de ganado y  las cosechas  de trigo o recopilar las nuevas leyes, tuvieron su origen las bibliotecas como centros de conservación de lo propio que era a la vez lo ajeno. Durante centurias y centurias las bibliotecas se han ido encargando de hacer relaciones, índex, catálogos y enumeraciones de los fondos amorosamente guardados en sus anaqueles, estantes y sótanos. Fondos propios alimentados por los dineros propios, o por generosas donaciones ajenas de próceres convencidos del beneficio social de la lectura.

Grandes bibliotecas y grandes colecciones de libros han ido construyéndose desde la antigüedad hasta la edad contemporánea, cuando la “explosión del conocimiento”, detectada casi en paralelo al “baby boom”, y la eclosión de la informática trasladaron el epicentro de la información científica fuera de las bibliotecas. O, más bien, fuera de casi todas salvo tres o cuatro, las grandes bibliotecas nacionales, que con sus catálogos y bases de datos se erigieron en faros bibliográficos del mundo. Cuando en los Estados Unidos comprendieron la importancia de la información científica en ciencias de la salud y comenzaron a construir el hoy jubilado Index Medicus, optaron por dotar a todas las bibliotecas de una herramienta ideal para la consecución rápida y eficiente de la información más relevante (sí, aunque nos pueda parecer absurdo, la aparición del Index Medicus modernizó el obsoleto sistema de búsqueda de la información, como luego las bases de datos hicieron obsoleto el Index Medicus).

Este hecho transfiguró el perfil y el ser de las bibliotecas de salud, que no el fluir de la información. Con el desarrollo del acceso a las bases de datos por módem, luego en CD-ROM y después vía Internet (de MEDLINE a PubMed en un santiamén) las bibliotecas pasaron a gestionar una información ajena, que era miles de veces más voluminosa que la propia información que venían atesorando durante décadas y siglos entre sus cuatro paredes. El salto cualitativo había sido mortal y sin red. Los usuarios podían tener conocimiento inmediato de la existencia de cientos de artículos publicados en cualquier confín del mundo, y como a todo ser viviente a quien se le acerca la miel a los labios, deseaban tenerlos cerca, para leerlos, subrayarlos y remarcarlos. Las bibliotecas comenzaron un compulsivo proceso de adquisición de fondos bibliográficos en forma de revistas científicas impresas, las cuales pronto inundaron sus salas de lectura, sus pasillos y sus depósitos. Una carrera sin fin que fue moderándose paulatinamente conforme los precios de las revistas se incrementaban más y más cada año y cada lustro, lo que obligó a los responsables de las bibliotecas a optar por una necesaria simbiosis entre las colecciones propias (adquiridas con recursos económicos propios) y las colecciones ajenas (obtenidas mediante el préstamo interbibliotecario, alimentado por la colaboración de las bibliotecas del gremio).

Durante muchos años las bibliotecas nos hemos convertido en prestidigitadoras de lo ajeno, facilitando a nuestros usuarios, casi por arte de magia, aquello que ellos, por muy raro que fuera, nos demandaban (porque lo habían leído, antes en MEDLINE, ahora en PubMed) y que unas veces hacíamos surgir de los pozos de nuestros fondos y otras solicitábamos con buena educación, mediante el consabido préstamo interbibliotecario, a nuestros congéneres de bibliotecas afines. Hasta el estallido del boom de lo electrónico, cuando pudimos acceder de nuevo, como si hubiéramos entrado en la cueva de Alí Babá, a miles de revistas online, y cuando pudimos (nosotros y nuestros usuarios) descargar diez, cien, mil y un artículos en pdf. Pero con una extraña sensación, porque ahora sí que todos esos artículos nos eran ajenos, completamente ajenos, pues no reposaban ni crecían en nuestros servidores, ni en nuestros ordenadores ni en nuestras estanterías. Eran valiosísimas colecciones ajenas a nuestras bibliotecas porque, sencillamente, eran propiedad de los editores que, a cambio de unos emolumentos que no podían considerarse exiguos, nos permitían el acceso (cual autopista de peaje) a una información muy relevante que, en el colmo de los colmos, muchos de nuestros usuarios habían financiado (mediante proyectos de investigación, mediante horas de trabajo y mediante su propia publicación).

Y en esas estamos, gestionando una información ajena (millones de artículos científicos) a la que accedemos mediante herramientas también ajenas (bases de datos, buscadores, metabuscadores y requetemultiplebuscadores) hasta que a algunas bibliotecas se les ha encendido la bombilla y descubren, por sí mismas o por coalición con sus usuarios, la utilidad de comenzar a gestionar también lo propio. En algunos casos porque la gestión de lo electrónico les ha regalado un tiempo precioso, al privar a su personal  de la tortuosa tarea de encaminarse hacia la fotocopiadora, cargados hasta las trancas con docenas de volúmenes, y pasar minuto tras minuto levantando la tapa, bajando la tapa, levantando la tapa, pasando una hoja, pasando la siguiente… viendo ir y venir el haz luminoso que ha convertido nuestras revistas en miles de artículos impresos que hemos suministrado puntualmente a nuestros usuarios.

Liberado el tiempo de fotocopiar a destajo, es hora de acordarnos de nosotros mismos, de comenzar a gestionar lo propio (después de tantos años de gestionar lo ajeno) y de generar recursos propios a nuestra imagen y semejanza. Oportuna fórmula para adelantarnos a nuestros usuarios. Algunas de nuestras bibliotecas, individuales y en agrupaciones, ya han entrado en este futuro de la gestión de lo propio. Sabemos de repositorios de la producción científica en uso (el de la Biblioteca Virtual del Sistema Sanitario Público de Andalucía) y en proceso (el Sophia de Bibliosaúde en Galicia y el Scientia en Cataluña). Sabemos de herramientas métricas como el Sophos gallego y el Impactia andaluz.  Sabemos del SciELO España y de IBECS, que, aunque herramientas importadas, son alimentadas por bibliotecas propias (Biblioteca Nacional de Ciencias de la Salud) para acercar la producción propia. Sabemos de las construcciones, en una biblioteca sí y en otra también, de pequeñas bibliotecas bibliográficas mediante gestores bibliográficos. Sabemos de la participación activa de los CRAIs universitarios en la dinámica cultural de las instituciones. Sabemos de los buenos y socorridos manuales de uso que elaboran en la Universidad de Salamanca o en Bibliosaúde. Ya hemos “facilitado”, distribuido y harto vendido lo ajeno; es el momento, por tanto, de poner a buen recaudo, difundir, recopilar, explotar y conservar lo propio. Porque si no lo hacemos nosotros, no va a venir el vecino del 5º a hacerlo, ni el del 6º. Ni el del 8º va a traernos el último artículo, ni el del 9º el penúltimo capítulo ni el del 4º A el olvidado protocolo de nuestro servicio de interna. Es, o debería ser, nuestra responsabilidad y así, tacita a tacita, cuando lo propio esté pulido y niquelado, podremos compartirlo con otros amantes de lo suyo propio, y construir entre muchos más grandes recursos de lo propio común. Es lo que se llama colaboración o cooperación, de la que siempre hemos andado sobrados en las bibliotecas de salud. Nuestros usuarios van a agradecer que, además de sacar de la chistera ese artículo imposible, les pongamos en bandeja su producción científica, y la de su servicio, y la de su centro, y otros muchos recursos que no ajenos sino propios, consideran tan valiosos o más que los ajenos.

José Manuel Estrada Lorenzo

Biblioteca del Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid

Perfil profesional de José Manuel Estrada Lorenzo: Linkedln

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Dec 16

Esta última década hemos asistido a una completa transformación de las bibliotecas hospitalarias. A finales de  los 80, la llegada del CD-Rom supuso el primer paso hacia  la democratización de la información. La llegada de los años 90 y el acceso a Internet supuso un nuevo e importante cambio: el nacimiento de lo que entendemos como modelo de biblioteca híbrida, donde convivía el papel y lo electrónico. Todo ello ha venido a facilitar el acceso a la información científica y surgen iniciativas de acceso gratuito a importantes recursos documentales. Su máximo exponente lo encontramos en Medline  y la creación de  PubMed, el portal de acceso libre y gratuito que proporciona la NLM.

Sin embargo, el gran modelo de cambio llega con el inicio de siglo y el desarrollo de la biblioteca en un entorno virtual. Para poder entender todos estos cambios, es importante examinar  todas las novedades producidas en este entorno. Los grandes grupos editoriales se adaptan al nuevo modelo virtual, las publicaciones electrónicas comienzan a desarrollarse independizándose de los tradicionales formatos impresos, las grandes bases de datos se vuelven más amigables y se comienza a vincular la referencia bibliográfica a las sedes de los editores, surgen  recursos  de ayuda en la toma de decisiones (Uptodate, Fisterra…) y desde las bibliotecas comienzan a desarrollarse servicios virtuales.

En la actualidad, en España, son varias las Comunidades Autónomas (Baleares, Andalucía, Galicia…) cuyo Sistema Sanitario cuenta ya con Bibliotecas Virtuales de gestión centralizada.

¿Cuáles son los componentes de una Biblioteca Virtual (BV)?

Una BV viene a emular a una biblioteca presencial, tratando de ofrecer los recursos y servicios de las bibliotecas tradicionales.  Se estructura sobre una plataforma basada en tecnología web que permite organizar y gestionar los recursos de información en formato electrónico y facilita al usuario virtual interactuar con todas las colecciones de revistas, libros  y otros recursos  de manera amigable. Se complementa con servicios bibliotecarios y documentales  virtuales, como el de obtención de documentos (SOD), búsquedas bibliográficas, pregunte al bibliotecario…, es decir, todos sus servicios se prestan a través de la aplicación Web.

Como es de suponer, en estas plataformas se requiere una autentificación remota de los usuarios del Sistema Sanitario para permitir el acceso a los recursos contratados. Estos sistemas deben establecerse de tal manera que el usuario  sólo tenga que autentificarse una vez por sesión (LDap, Papi, OpenAthens…). La plataforma debe llevar vinculado un resolvedor de enlaces (OPenURL, como SFX)  que proporcione al usuario, de forma ágil y rápida, todas las opciones  que la BV tiene para acceder al texto completo de los recursos. Ese acceso podrá efectuarse desde las bases de datos, desde las propias sedes de las revistas, o desde el catálogo. Los accesos pueden realizarse desde cualquier equipo, ya sea dentro de la Institución o fuera de ella.

¿Qué servicios ofrecen?

  • Servicio de Obtención de Documentos (SOD) o, en su defecto, solicitud de artículos no disponibles en la colección de la BV. Este servicio es totalmente transparente para el usuario; una vez que detecta que el artículo no se encuentra en la BV, generará una petición con los datos de la publicación y los suyos propios.
  • Búsqueda bibliográfica sobre cualquier tema de interés.
  • Pregunte a la biblioteca: un servicio  virtual de referencia donde el usuario pueda formular consultas y peticiones de información a través de Internet.
  • Formación de usuarios a través de guías, tutoriales, vídeos, e-learning…

Otras funciones que realiza son ordenar recursos electrónicos por áreas temáticas, realizar agrupaciones de libros electrónicos en el catálogo, elaborar bibliografías-e sobre una temática determinada…

¿Qué ventajas suponen las BV para el usuario?

Estas plataformas deben constituirse en nuevos espacios de gestión del conocimiento, donde el usuario encuentra integradas las fuentes de información que necesita,  acceso a los textos completos de los documentos y servicios virtuales. Debe ser un entorno amigable, con respuestas inmediatas a sus dudas, al que pueda acceder desde cualquier equipo conectado a la Red, ya sea desde el entorno de trabajo o desde su domicilio.

¿Cuál es la tendencia de futuro de las BV?

Las políticas futuras de las BV  pasarán por  la integración en estas plataformas  de gestión del conocimiento, con  la información y el conocimiento  que genere la Organización.  Este proceso requiere el desarrollo de un Repositorio temático de ciencias de la salud, en el que se pueda depositar todo tipo de objetos digitales: artículos, libros electrónicos, memorias, informes, guías clínicas, protocolos, información para pacientes, información sobre medicamentos… Este sistema deberá integrase con la historia clínica electrónica, desde donde el profesional sanitario podrá resolver cualquier duda o incertidumbre que se le plantee. Esta conexión se llevará a cabo mediante lo que se conoce con el nombre de  infobuttons, un enlace que relacionará la historia clínica electrónica y la  base de conocimiento disponible en la plataforma.

¿Qué modelo podría constituirse en el entorno del Estado Español?

Si bien en la actualidad son varias las CCAA que se han unido a este sistema virtual, el siguiente paso por desarrollar sería la de promover la implantación de una plataforma integrada única en todo el Sistema Nacional de Salud (SNS). En ella se debería  ofrecer un índice centralizado de información científica, en el que cada CCAA pueda personalizar su interfaz  e integrar  los recursos propios de cada Comunidad.  Esta labor debería ser llevada a cabo por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad (MSSSI).

Con la implantación de este sistema se resolverían muchos de los problemas actuales, así se  eliminaría la actual variabilidad existente en el acceso a los recursos de información científica entre CCAA, se podría impulsar  políticas compartidas de desarrollo y cancelación de publicaciones, se compartirían recursos y servicios, además de facilitar la comunicación entre las bibliotecas del SNS.

Paralelamente se debería  desarrollar en el MSSSI un Repositorio temático Institucional, en el que las CCAA puedan depositar documentos digitales, o bien  apoyar la personalización de Repositorios en las CCAA que así lo manifiesten  y el del MSSSI actuar de Recolector de todos ellos. Este sistema sin duda promovería la cohesión de todas las BV del SNS.

Carlos González Guitián

Coordinador de la Biblioteca Virtual del Sistema Sanitario Público de Galicia

Perfil Profesional de Carlos González Guitián: LinkedIn y Blog GICS

 

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